WÄ…tki
 
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otro es muy malo, como vulgarmente se hace: «¡Ah!, ¿la mesa te ha golpeado? Mesa
mala. ¡Toma! ¡Toma!». Es decir, una cosa es que la persona, dado su estado delicado,
diríamos, no admita un tratamiento y, por lo tanto, simplemente haya que mostrar una
comprensión, una aceptación en su estado, y otra cosa es que se acepte el estado. El
estado es inaceptable. Nosotros aceptamos a la persona que vive ese estado, pero la
aceptación del estado es una especie de concesión transitoria, a la espera de que la
persona salga de ese estado. Hay que ayudarle a salir, adaptándose, acomodándose a su
modo de sentir, a lo que puede entender y comprender. Pero nunca hacer coro con la
persona en sus lamentaciones; es absurdo. Una comprensión y una aceptación humana,
sí. Pero una participación en el drama, no. En muchos casos, la prueba del afecto y de la
verdadera ayuda consiste en que, si el otro puede resistirlo, le sacudamos y le digamos:
«Despierta, no seas pelmazo, no llores por una cosa así. Despierta y sé tú mismo». Esto
hay que hacerlo sólo si es propicio, si se puede. En caso contrario, más vale que no nos
acerquemos a la persona durante una temporada.
Todos somos humanos, todos sufrimos, todos nos lamentamos. Pero hemos de
darnos cuenta de que este llorar es una expresión del niño que hay en nosotros, que no
es la verdad lo que nos hace llorar; es la mentira, el infantilismo, el engaño, que persiste
en nosotros lo que nos hace llorar. Y esto nos ha de hacer más sencillos, más
comprensivos, cuando vemos que al otro le ocurre lo mismo. Porque también nos ocurre
a nosotros. Pero una cosa es esta comprensión y aceptación de nuestro proceso infantil,
una aceptación de la fase de crecimiento, y otra el sentirse obligados a formar un coro
de plañideras.
-Dices que expresando todo lo positivo que hay en nosotros, no permitiendo que lo
negativo se exprese, al fin lo positivo que has empezado a desarrollar va transformando
lo negativo. Sin embargo, en lo negativo también incluimos miedo ante las
circunstancias, ante las personas. Y mientras estás trabajando, si te encuentras en estas
circunstancias, no sabes qué hacer, no sabes cómo reaccionar. ¿Qué pasa entonces?
R. -Si no sabes cómo reaccionar, sólo Dios sabe lo que pasará. Ahora bien; si tú me
preguntas qué es lo que conviene hacer, entonces yo diría que solamente harás lo que
puedas hacer, y lo que puedas hacer dependerá de lo que hayas ejercitado en tu
expresión positiva. Cuanto más hayas ejercitado la expresión positiva, más capacitado
estarás para afrontar otras situaciones de temor que antes no podías afrontar. Es decir, el
trabajo que yo haya realizado me dará capacidad reactiva y mi fuerza interior para
afrontar aquellas situaciones que antes no podía resistir. Si esto no se produce, es
porque yo no me he ejercitado. Es inútil que pretenda hacer nada; solamente podré
esconderme, huir, marcharme. O sea la única solución es, como siempre, desarrollar lo
positivo. Sólo el desarrollo de lo positivo elimina lo negativo. No hay otra solución. Por
esto digo: desarrollemos lo positivo y eliminemos todo lo negativo en todos los órdenes;
no sólo energía contra el miedo, sino discernimiento contra estupidez, alegría contra
depresión, felicidad contra pesadumbre.
-Pero hay muchos trucos para solucionar las situaciones.
R. -Bueno. Trucos, hacemos muchos. A veces nos vamos al cine, nos vamos de
paseo o nos emborrachamos. Pero esto no quiere decir que sea una solución. Para
aliviarse, uno puede echar mano de lo que le vaya bien; pero no hay que confundir lo
que sirve de alivio con lo que es solución. Si sólo nos aliviamos, nunca resolveremos
nada.
CAPITULO CUARTO
EXAMEN DE LA FASE DE RECEPTIVIDAD
En este capítulo estudiaremos el aspecto de la receptividad en este trabajo de
integración con el exterior.
¿Qué ha de ser la receptividad? La receptividad es la disposición de apertura interna
consciente deliberada al impacto del exterior, que nos sensibiliza para captar la totalidad
de su contenido y significación.
Nuestro rechazo general de la receptividad
Al hablar de receptividad, de inmediato nos damos cuenta de que todos tenemos un
rechazo general de ella. Todos nos resistimos a recibir, a recibir de verdad, a recibir al
otro. ¿Por qué?
a) Porque se opone a mi yo-idealizado
En primer lugar, porque empezamos por no ser receptivos a nosotros mismos.
Tenemos dentro una multitud de impulsos, de miedos, de recuerdos desagradables, que
estamos intentando mantener alejados de nuestra conciencia y rechazamos de plano
todo intento natural de que esto acuda a nuestro consciente. Estamos, así pues,
rechazando un sector en nosotros, debido a su carácter desagradable, porque es opuesto
a nuestro deseo, a nuestro yo-idealizado. El resultado es que, en la medida en que se
produzca este rechazo de una parte de mí mismo, esto actúa como una barrera [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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